Permitidme que os cuente una pequeña historia personal. Hace 26 años, me incorporé a la Universidad de Navarra para dirigir un pequeño centro de producción audiovisual –Euroview-, cuyo objetivo fundamental era realizar materiales audiovisuales de contenido científico. Una de las primeras iniciativas del nuevo equipo fue convocar una reunión de todos los investigadores potencialmente interesados en producir vídeos para dar a conocer su trabajo. Dado que en aquel momento había más de 2000 investigadores en la universidad, reservamos una sala muy grande, en previsión de una asistencia masiva. Nuestra decepción también fue grande: sólo acudieron dos científicos.
Con el paso del tiempo, he recordado esta anécdota muchas veces y he tenido que aceptar que, en aquel momento, el vídeo científico interesaba muy poco. Por el contrario, hoy estamos ante un panorama bien distinto. Hoy todas las universidades y centros de investigación consideran que la producción de vídeos es una actividad de gran relevancia. Y no es de extrañar.